Escenario

‘Amor, mentiras y sangre’: El noir puro y sin concesiones

CORTE Y QUEDA. Kristen Stewart protagoniza esta original propuesta de la cineasta Rose Glass que llegó el fin de semana a las salas nacionales

Luchadoras
Fotograma de ‘Amor, mentiras y sangre’. Fotograma de ‘Amor, mentiras y sangre’. (CORTESIA)

Una característica fácilmente identificable de una producción de A24 es que sus propuestas son osadas y realizadas con una gran convicción respecto a los temas que abordan. Sumado a eso, Amor, mentiras y sangre es una película que, en principio, nos ofrece dos muy agradables y agradecibles sorpresas.

La primera de ellas es que en la medida que la película va desarrollándose descubrimos en Rose Glass, la directora que nos trajo la inquietante Saint Maud (2019), un salto narrativo enorme. Una notable evolución cualitativa en el desarrollo de la trama que le permite navegar con mano firme entre el suspenso de la más pura estirpe, el romance más intensamente erótico y la violencia más siniestra y lacerante que hayamos visto en mucho tiempo.

La segunda y quizás lo realmente sorprendente es que Glass logró lo que muchos antes de ella no pudieron y fue que Kristen Stewart, luego de 23 años de carrera en el cine, por fin demostrara que sabe actuar.

Y actúa muy bien; porque el personaje la comprometió a mostrar un amplio margen de interpretación que, si bien es cierto inicia con la personalidad en pantalla que le hemos visto en muchas otras antes, va creciendo y adaptándose de forma natural a las diversas situaciones que el guión le marca. Su personaje Lou va de la apatía a la pasión desenfrenada; de la violencia espontánea al humor involuntario.

Un placer verla dirigida por Rose Glass.    

Por otro lado, la película nos trae de vuelta el muy entrañable género Noir sin ningún tipo de limitantes o aproximaciones. Glass le entra sin miedo a un estilo de narrativa complicada y alegórica que exigen al espectador una especial atención a los giros que van surgiendo en una trama de características muy propias donde se da cabida a atmósferas mórbidas, personajes de maldad tan pura que puede uno llegar a justificarlos y por supuesto una violencia obscura y por momentos de una sutileza aterradora que impacta no solo en lo visual sino en lo psicológico. Y no pudo tener mejor representante que Ed Harris con una de sus mejores y más lúgubres interpretaciones en pantalla en el papel de Lou padre, el patriarca sanguinario de la familia.

Y por supuesto que esto incluye al personaje del antihéroe que en el caso de esta película son anti-heroínas con personalidades diametralmente opuestas y que naturalmente coinciden en un momento de vida complicado para ambas para aferrarse la una a la otra y salir adelante más por una cuestión de supervivencia de su amor que por una cuestión moral.   

Rose Glass nos toma de la mano para llevarnos por las más retorcidas metáforas que caen en el ámbito social y lo psicológico teniendo como columna vertebral el microcosmos de un sombrío pueblo desértico a finales de los años ochenta.

El final de una década donde el culto a las armas está tan enraizado como el culto al cuerpo que justificaba la paranoia armamentista derivada de la Guerra fría y que justo en el año en que se ubica acertadamente la película, 1989, de pronto queda un vacío al caer el muro de Berlín y muchas otras fronteras físicas y mentales establecidas en la postguerra. 

La respuesta inmediata se refleja en una desdicha por la falta de oportunidades, el auto-estancamiento y una crisis existencial en el doloroso despertar de toda una generación a la que se le maquilló un futuro neón de oportunidades por el simple hecho de existir.

Es justo en este punto que la película pone el dedo en la llaga haciéndola sangrar nuevamente gracias a Lou y la imbatible Jackie (en la persona de una potente Katy O'Brian) quienes impactan la pantalla debido a esta relación de obsesión y deseo que va de lo tierno a lo brutal al descubrirse cada una como una tabla de salvación en un mar gris de anquilosamiento.

Todo esto encerrado en un imaginario narrativo y visual que nos remonta a lo más oscuro y denso del cine manufacturado por David Lynch, Alfred Hitchcock, Otto Preminger o los hermanos Coen bajo la guía epistolar de un Dashiell Hammett, Raymond Chandler o Patricia Highsmith.

No tengo duda alguna; Amor, mentiras y sangre es una impactante sorpresa de un cine propositivo y valiente que siempre será bien recibido por el espectador exigente.

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