Aunque el dicho popular dice que no es lo mismos los tres mosqueteros que 20 años después, la dupla de Will Smith y Martin Lawrence lo ponen a prueba con la cuarta entrega de una franquicia que nació justamente hace tres décadas: Bad Boys (o Dos policías rebeldes, como le pondrían en español), ópera prima de Michael Bay que tendría una gran aceptación y que, después de una secuela no tan efectiva en el 2003, entraría en una larga pausa hasta ser reavivada hace un par de años.
La nueva aventura de los detectives Mike Lowrey (Smith) y Marcus Burnett (Lawrence) continúa justo donde nos quedamos pero ahora aquellos “chicos malos” que corrían y destruían media ciudad de Miami para atrapar a los villanos, comienzan a aceptar su madurez.
Sin embargo, cuando la vida apacible de ambos pareciera ir viento en popa, fantasmas del pasado reaparecen para inculpar a su capitán (Joe Pantoliano) de corrupción, por lo que los hijos pródigos de la policía local tendrán que activarse nuevamente para salvar la reputación de su querido ex jefe y tal vez, hasta la suya.
Vivir juntos, morir juntos. Ese lema parece ser la base no sólo de la dupla de Mike y Marcus sino de toda la franquicia de Bad Boys que, en esta cuarta entrega, ya muestran cierto cansancio que, afortunadamente, también es aprovechado en el guion.
Burnett es abuelo y hombre de familia, usa lentes (broma que viene desde la anterior entrega) y tiene que cuidar su alimentación mientras que Lowrey por fin es un hombre casado con ataques de ansiedad que, por fin, enfrenta el miedo de las culpas y el tener algo que perder en su vida personal.
Si bien esos aspectos son bien llevados en la madurez de estos mosqueteros citadinos, la cinta, dirigida por Adil El Arbi y Bilall Fallah y producida por Michael Bay, repite ciertos pecados de la anterior entrega en donde la historia tarda en encauzar su camino, partiendo de situaciones que parecen más de un programa de televisión de policías cómico, hasta que se enfoca finalmente en el dilema principal de la trama.
Es ahí donde está cuarta cinta de los Bad Boys comienza a fluir de forma adecuada y recuerda ese tono cómico de la original sin dejar de lado los balazos.
Aunque dentro de la dupla se sabe que Will Smith es el carismático y popular, en Bad Boys 4 es Martin Lawrence quien se roba el show constantemente con buenos chistes y escenas absurdas que mantienen el humor de la cinta.
Eso sí, ambos continúan mostrando una química que parece no haberse perdido ni desgastado en treinta años, bebiendo de las dinámicas de las parejas disparejas de policías como Starsky y Hutch (1975-1979) hasta la gran dupla del policía bueno/policía loco de la saga de Arma mortal (1987).
Este balance es una constante que, para suerte de todos, se mantiene intacta a pesar de que ya no son esos jovencitos de 20 años. A pesar de ello, el desarrollo de ambos parece pasar más por la edad y el paso del tiempo entre entregas que por la escritura de las historias.
Como en todo Bad Boys tenemos la figura clásica del villano, algo que ha padecido un poco la saga al tener a un memorable Tcheky Karyo en la primera entrega y luego tropezar con Jordi Mollá y Kate del Castillo en las siguientes cintas. Aquí, Eric Dane interpreta a McGrath, un ex militar que busca borrar todo rastro de una investigación que involucra a los “chicos malos”, cueste lo que cueste.
Nuevamente el villano peca de una motivación simple y una dimensión bastante plana, algo que parece ser obligación en estas cintas de acción y que , tristemente, es bastante olvidable.
En cuanto a la dirección de El Arbi y Fallah, consiguen crear interesantes secuencias de acción gracias a una edición bastante frenética y el uso de ciertas cámaras que ayudan al dinamismo de las mismas, especialmente las de primera persona que brillan en el acto climático del filme.
Sin embargo, también se ve la influencia de Bay en el uso de drones para otras partes donde más que añadir o innovar en la forma narrativa, se siente excesiva o fuera de contexto como peleas mano a mano o algunas persecuciones, recordando justamente a la última cinta de este realizador, la muy mediocre Ambulancia (2022).
Algo que sí se destaca es la música de Lorne Balfe, experto en musicalizar cintas del género que no sólo le imprime su propio sello a la locura nostálgica de esta cuarta entrega que nos regala planos característicos de la franquicia, sino que sabe también rendir homenaje a los acordes de Mark Mancina y la primer cinta, dándole sentido a la vertiginosa cámara en la acción.
Sumado a ello, tenemos la característica música latina y rap que acompaña algunas secuencias citadinas de las desventuras de Lowery y Burnett, incluyendo el tema principal de los Black Eyed Peas.
A pesar de sus irregularidades, Bad Boys 4 ofrece un balance que siempre se sostiene, aunque a veces muy endeblemente, entre la comedia y la acción, eso que caracterizaba a la franquicia desde su inicio, sorteando en su historia uno que otro aspecto mucho más pretencioso detrás de la hilaridad o falta de lógica en algunos aspectos.
Pero hay que recalcar que la saga de estos renegados policías de Miami siempre ha carecido de profundidad, patrón que se mantiene en todos los filmes de la misma, incluyendo éste. Con todo y que esta entrega funciona bien como mero entretenimiento, parece ser que, como los mosqueteros, llegó la hora de colgar las armas y dejar a las nuevas generaciones ser los “chicos malos”.
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