Escenario

Eryk Rocha y Gabriela Carneiro buscan dar visibilidad a la lucha del pueblo yanomami

ENTREVISTA. Los cineastas brasileños presentaron su más reciente documental ‘A Queda do Céu’ en la más reciente edición del Festival de Cannes

La directora de cine Isabel Coixet y el actor Eduard Fernández posan juntos en una alfombra roja.
Los cineastas Eryk Rocha y Gabriela Carneiro. Los cineastas Eryk Rocha y Gabriela Carneiro. (ESPECIAL)

Todos los chamanes acabarán muriendo y cuando no quede ninguno para sostener el cielo, se derrumbará. Esa creencia del pueblo amazónico yanomami impulsa la trama de A Queda do Céu, el documental que ha traído hasta Cannes a los realizadores brasileños Eryk Rocha y Gabriela Carneiro da Cunha.

“Estamos muy contentos porque es una posibilidad de que la lucha del pueblo yanomami gane visibilidad”, explicó Rocha en una entrevista con EFE, respecto a la película que ha estrenado junto a Carneiro hace unos días en la Quincena de Cineastas de Cannes (una de las secciones paralelas más prestigiosas del festival).

La comunidad retratada en el filme vive asediada por la minería, la tala ilegal y las epidemias del hombre blanco, que interesado tan solo en su propia lógica materialista, amenaza no solo la supervivencia de los pueblos indígenas, sino también la del ser humano en general.

La película parte de un libro de culto para los amantes del Amazonas denominado igual que este documental -en español, La caída del cielo-, que fue publicado en 2010 por el antropólogo francés Bruce Albert y por el chamán yanomami Davi Kopenawa, a partir de sus conversaciones.

Carneiro, que viene del mundo del teatro y lleva una década trabajando en las regiones amazónicas, se sintió fascinada por la obra en cuanto la leyó. Y sintió también inmediatamente algo cinematográfico en ella, por lo que la compartió con Rocha, quien además de un cineasta reconocido por títulos como Cinema Novo es también su pareja.

“(El libro) va mucho sobre cómo ves, cómo oyes y cómo sueñas. Esas son habilidades específicas del chamán y a la vez son habilidades específicas del arte”, apunta Carneiro.

El libro fue el primer paso, pero a su lectura le siguieron siete años de trabajo en los que Carneiro y Rocha (hijo del legendario director brasileño Glauber Rocha) establecieron una relación personal con Davi Kopenawa.

Incluso una vez instalados en la comunidad yanomami para rodar, con un equipo pequeño de cinco personas, el guión que habían preparado fue transformándose gracias a la propia “energía y propuestas” de los yanomami, recuerda Rocha.

“Nace de un encuentro de cines: el cine nuestro con micrófonos, con cámaras, con todo lo que entendemos como cine los occidentales, y el de ellos, que es un cine sin cámaras, que surge a partir de los rituales, de la propia tradición y de la propia expresión de ellos. La película surge de ese encuentro”, detalla el realizador.

Compartir con los yanomami el día a día fue “increíble” y “hermoso”, opina su compañera, a pesar de que los realizadores vinieran, técnicamente, de ese mundo que va a provocar la caída del cielo.

Pero rodar también fue una experiencia diferente de lo que anticipaban, en especial en relación a la ceremonia chamánica Reahu, que es el evento más significativo de la cosmología yanomami y que queda retratado en esta película.

El rito que los directores filmaron, en concreto, se celebraba en honor al suegro de Davi Kopenawa, fallecido un año antes. Él también había sido un importante chamán y se había encargado de la iniciación del protagonista del documental.

“Pasamos mucho tiempo con él y cuando la ceremonia Reahu comenzó, fue mucho cómo seguirlos, como ir con su proposición, como seguir la corriente de sus eventos”, describe Rocha sobre el proceso de creación de la película.

Kopenawa es alguien que “piensa junto con la selva”, junto con “los espíritus” y “con su pueblo”, aseguran los realizadores. Pero además, es alguien que para conocer tiene que soñar, según la cosmología yanomami.

La gente blanca sueña mucho pero solo pueden soñar con ellos mismos”, explica Carneiro que les dijo el chamán.

“Su llamada es a nosotros, las personas no indígenas, -completa la realizadora- a soñar más lejos”.

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