Opinión
Salvador Guerrero Chiprés

Puras habas en CDMX

Todo al último minuto. No en la CDMX.

A los estadounidenses les ocurren novedades e incertidumbres aleccionadoras: carecían de candidaturas jóvenes competitivas para la presidencia hasta la declinación de Joe Biden en favor de Kamala Harris. Estaban muy alejados de impulsar el relevo generacional de manera apropiada e ignoraron cuándo reconocer a sus verdaderos líderes independientemente de la edad… salvo los republicanos.

Interesante será la elección de noviembre para una mujer afrodescendiente después de su mediocre desempeño en la vicepresidencia y frente al patriarca macho encarnando al liderazgo del momento, requerido y percibido así por las bases sociales de la inconformidad frente a lo políticamente correcto, hasta ayer sostenido por el tembloroso Biden, naufragante en la obsolescencia cognitiva y muestra del deterioro del sistema de selección estadounidense.

Sin embargo, una campaña extraordinaria con creatividad y potencia podría evitar el desastre demócrata frente a Donald Trump.

En alto contraste, en México, el Obradorismo despliega una enorme capacidad de planeación y gestión de sus victorias en el país y en la CDMX. El abucheo al gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, y su salvamento morenista frente a una multitud antipática al panista son detalles reveladores de un proceso de hegemonización de la política nacional con capacidad de durar más allá de 2036 incluso hasta en el más pertrechado suelo blanquiazul.

Quienes pertenecen a los núcleos y a las órbitas del movimiento saben su oportunidad como la intuyeron durante el proceso interno para las candidaturas y en el escenario del 2030. Al Obradorismo difícilmente le ocurrirá la precipitación estadounidense.

Si la planeación distintiva de las principales voces del movimiento, siendo estas las de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum y Clara Brugada, se mantiene a partir de octubre, lo sucedido a la élite política estadounidense no será tóxico ni detonador de errores-aciertos de último minuto.

Clara Brugada festejo de su victoria por la jefatura de gobierno en la arena México donde la acompañó la nueva presidenta de México Claudia Sheinbaum

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Adrián Contreras

El Obradorismo y especialmente sus adherencias provenientes del PRI, el extinguible PRD e incluso del PAN tienen muy claro el objetivo para dentro de seis años y han comenzado la labor, también, desde antier.

Una de las evidencias es la constituida por el refriteo de argumentos presentados desde inicios de 2023.

Entre ellos destacan la supuesta distancia que debería crearse entre AMLO y Sheinbaum como si no fuera su cercanía precisamente un valor agregado así generalizadamente percibido entre quienes ganaron, por segunda vez, la Presidencia de la República y pueden hacerlo dos o más veces.

También resurge la difusión de la idea insostenible de distancia entre la Presidenta electa y Brugada que promovieron integrantes del equipo de Santiago Taboada, entre otros, durante la campaña sin ningún resultado positivo para ellos. Algunos son los mismos que sostenían no podría ganar con dos dígitos de ventaja.

Como si fuera imposible pensar en la 4T como un movimiento fundamentalmente unificado y con capacidad de actuación unitaria, los voceros de la oposición buscan ansiosamente promover de nuevo la imagen de Brugada como representativa de los “puros” —se asume que los otros serían representativos de alguna impureza, por ejemplo, nunca haber participado en luchas sociales o provenir de otras fuerzas— y de manera reveladora se reconoce la ventaja de los morenistas arriba mencionados para hablar en nombre del principal movimiento político social del país.

La política y las referencias a su centro son indisociables de los talentos a desplegar por Sheinbaum y Brugada.

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Los nombramientos del gabinete de la Jefa de Gobierno electa, a realizarse a inicios de agosto, parecen inquietar a quienes más lejos están del Obradorismo y no a quienes más han contribuido a fortalecerlo como Ernestina Godoy, Citlali Hernández, Tomás Pliego, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard, Francisco Chíguil, Martí Batres o Jesús Ramírez, entre otras decenas de figuras.

A quienes se les cuecen las habas de agosto y del 2030 son quienes menos las tienen. Quienes van muy adelante no tienen urgencia.