Opinión

Los tigres sueltos

En las últimas semanas, el presidente ha regresado una y otra vez al tema de un posible golpe de Estado técnico a los comicios. Su insistencia comienza a generar preocupación de que la lucha electoral tenga un añadido de alto riesgo después de la jornada del 2 de junio.

López Obrador dijo que se pueden soltar muchos tigres. ¿Es una intimidación? No queda claro si el presidente quiere borrar esa posibilidad o la está alentando.

Si él y otros personajes de Morena, como el jefe de Gobierno de la CDMX, ignoran olímpicamente la ley electoral y se meten donde no los llaman, los comicios pueden, en efecto, estar en riesgo.

La solución es muy simple si es que hay voluntad política de cumplir la ley: mantenerse atrás de la raya. Si se saltan las trancas a sabiendas de las repercusiones, entonces el conflicto post electoral se estaría cocinando en dos palacios, el Nacional y el del Ayuntamiento. Una cosa les debe quedar clara, su comportamiento no beneficia en nada a los candidatos de su partido, los afecta.

El presidente López Obrador tiró el anzuelo y Javier Milei, de Argentina, lo mordió y además está dispuesto a echar su resto. Aunque algunos sostengan que son presidentes muy diferentes la verdad es que tienen puntos en común, comenzando por esa obsesión de expresar la política como pelea de callejón. Ellos van desafiando a quien se cruza por su camino.

El augurio es que la relación México-Argentina acaso no sobreviva a sus dos líderes y AMLO herede al próximo gobierno, presidido por Claudia o Xóchitl, un distanciamiento al filo de la ruptura. Un torneo de improperios entre ambos seguros se va a tiempos extras y se tiene que dirimir en penaltis. Ni a cuál irle.

Cuando arrancan no hay manera de detenerlos. Ojalá la discordia entre los gobernantes no afecte la relación entre los pueblos, que han sabido descubrir múltiples puntos de encuentro.

Salvaguardar a los capacitadores del INE es un imperativo. Su tarea es clave para permitir que los ciudadanos ejerzan a plenitud sus derechos políticos en la elección de junio, que está cada vez más cerca.

No extraña que las autoridades hayan pedido el apoyo del Ejército para cuidar a las capacitadoras en ciertas comunidades de Chiapas donde la proliferación de grupos armados constituye un riesgo tangible para ellos.

Lo cierto es que por desgracia no solo Chiapas es un foco amarillo. Hay otras entidades donde la organización de los comicios está encontrando resistencias. Dar seguridad a las elecciones no compete solo a las fuerzas federales, gobiernos estatales e incluso municipales tienen que hacer su parte.

No pueden lavarse las manos y voltear para otra parte. Nadie puede quedarse al margen.

La lógica de formar una alianza es competir unidos para enfrentar un adversario al que no se podría vencer solos. No tiene sentido que, a estas alturas de la competencia, cuando el arroz se está cociendo, los integrantes de la alianza opositora salgan con que siempre no van unidos y que uno de ellos, en este caso el PRD, tomará su propio camino en el Edomex.

Si ya era lejana la posibilidad de las victorias, si se desagregan los triunfos escasearán. Argumenta el PRD que PRI y PAN se están agandallando y se sirven con la cuchara grande. Es una acusación creíble, desde luego. Dice el sol azteca que posiciones que ya se habían apartado para el PRD se las están llevando rojos y azules.

El agandalle es una quimera, porque se pueden apropiar de las candidaturas, pero al mismo tiempo están sembrando derrotas.

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