Opinión

Elecciones 2024: Segundo balance

Los resultados electorales fueron tan abrumadores para la mayoría que el análisis no se agotará sino hasta dentro de varios meses, cuando las aguas terminen de apaciguarse. La gran mayoría de los analistas erramos, en mayor o menor medida, nuestra previsión sobre lo que sucedería e, incluso, muchos cercanos al equipo de la presidenta electa se enteraron de los resultados electorales con sorpresa. El asombro de muchos no resulta desmedido no tanto por los resultados como por las implicaciones que tendrán los mismos y que, poco a poco, comienzan a asomarse detrás de una ventaja de dos a uno sobre Xóchitl Gálvez. Este segundo balance de los resultados electorales no agota los temas y las situaciones que viviremos en los próximos meses, pero abona a tener un panorama más completo para el análisis.

El asesor político del expresidente norteamericano Bill Clinton, James Carville, tenía razón cuando acuñó la frase “it’s the economy, stupid” (es la economía, estúpido). Al final, lo que mueve a un elector sin militancia a definir su voto en uno u otro sentido no son las grandes propuestas ni mucho menos la ideología, sino la situación económica en la que se encuentra. A lo largo de sus más de cinco años de gobierno, señaladamente en los últimos meses, el presidente López Obrador definió una política social que privilegia la entrega directa de recursos sobre la construcción de sistemas de servicios públicos, como la salud, la educación o la generación de ingreso. Esto, de a mano del aumento al salario mínimo, ha provocado que millones de personas perciban que hoy tienen más dinero en su bolsa del que tenían antes, consolidando la fidelidad de una gran masa electoral. Aquél que recibe tres mil pesos mensuales es difícil que encuentre un incentivo para dejar de hacerlo.

La categorización clásica de “izquierda” y “derecha” poco a poco se diluye por visiones pragmáticas de lo que significan el Estado y el poder. En estas elecciones el PRD perdió su registro y no es difícil vaticinar, si continúan andando el mismo camino, que en 2030 el PAN sufra el mismo destino. Los votantes de hoy son mucho más pragmáticos de lo que fueron hace veinte o treinta años y hoy son los hechos tangibles, los discursos estridentes, las posturas extremas y las emociones encontradas lo que definen la preferencia electoral. En la mayoría de los Estados del mundo, hoy es más preciso hablar de populismos, autoritarismos y libertarismos. Si existe alguna duda de esto, basta ver la facilidad con la que las preferencias oscilaron de un lado a otro en las elecciones del Parlamento Europeo apenas este fin de semana o hace algunos meses en El Salvador o Argentina.

Frente a lo que parece la inminente profundización de la desinstitucionalización, los contrapesos visibles serán algunos factores reales de poder, primero, y eventualmente solo la realidad. La separación de los poderes públicos planteada hace más de dos siglos por Montesquie parece condenada a la extinción, lo mismo que las autonomías que limitaban el ejercicio del poder. Esto se suma al silencio que han asumido varios medios de comunicación y a la reorientación que paulatinamente han tenido grupos o sectores sociales que en otras condiciones hubieran podido servir como contención. En este escenario, únicamente algunos factores reales de poder como los mercados internacionales podrán servir de contrapeso. Cuando ni siquiera esto sea efectivo, solamente la realidad, como la de una crisis económica extrema, extendida y generalizada, servirá para detener el ejercicio absoluto del poder.

En el arranque del gobierno, Claudia Sheinbaum enfrentará más presiones de sus afines que de la oposición. Por momentos, la presidenta electa y sus principales colaboradores han enviado señales de independencia respecto del poder lopezobradorista y moderación sobre lo que será su gobierno. A la vuelta de la esquina, el poder presidencial vigente recuerda que en sus pulmones todavía sobra aire que le permite respirar. El gran reto que enfrentará Sheinbaum será, entonces, dentro de su propio partido y entre quienes guarden lealtad ciega a López Obrador. Habrá que contar las semanas y los meses que pasen para conocer el punto de quiebre que defina qué clase de gobernante será la primera presidenta de nuestra historia nacional.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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