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Rencores que duran años: un crimen durante la guerra de independencia
La narración heroica del movimiento independentista ha opacado el hecho de que, fuera de las zonas de combate, la vida seguía, con sus alegrías, y sus penas, con su carga de violencia doméstica y con el lento operar de la justicia. Sin embargo, y a pesar de la guerra civil, lo cierto es que los mecanismos de vigilancia y de castigo continuaron atendiendo historias de sangre y dolor, y, en ocasiones, alcanzaban a detener a los culpables.Bertha Hernández -
La muerte, el Porsche y el campeón
Aquellos a quienes la diosa Fortuna les sonríe con prontitud, caen embriagados con su encanto. Y entonces corren muy rápido, levantan el vuelo con todo el impulso de los aplausos de los admiradores. El problema es que, cuando todo parece señalar la ruta de un futuro promisorio, esa misma deidad puede distraerse, mirar para otro lado, y en vez de un sueño cumplido solo queda un rastro de sangre, oscuridad y notas policiacas.Bertha Hernández -
Salvador Alvarado: la muerte del último gran delahuertista
Murió porque, hasta el final, confió en el vacilante jefe de la rebelión que se opuso a Álvaro Obregón. Murió porque fue el que se atrevió a regresar a un país donde la derrota ya era un hecho. Había sido revolucionario, secretario de Estado, gobernador. La muerte lo encontró con la ayuda del engaño y la traición.Bertha Hernández -
Pasión y rencor: María Teresa Morfín, asesina
Acaso porque los locos años veinte del siglo pasado estaban repletos de mujeres de ya no deseaban estarse quietas y calladas, tal vez porque ya no deseaban quedarse en el hogar, cepillando mil veces su cabellera, mientras esperaban la llegada del esposo; tal vez porque el “flapperismo” importado de Hollywood influía en ellas para hacerlas voluntariosas, inquietas y visibles. Sobre todo, visibles. Acaso, simplemente porque el país era otro después de años de guerra civil. Tal vez por todo eso, una muchachita de 16 años podía meterle una bala en el cráneo al causante de sus desdichas amorosas.Bertha Hernández -
Solón Argüello, un poeta devorado por la Decena Trágica
El golpe militar que empezó la mañana del 9 de febrero de 1913 cortó muchas vidas humanas. Algunas, que apostaron al antimaderismo, murieron casi sin darse cuenta. Otros, mantuvieron la fe en el presidente que había logrado derrotar al porfirismo, y creyeron que, finalmente, los más buenos ganarían en aquel momento de crisis. Todos se equivocaron.Bertha Hernández -
Los crímenes del huertismo: el asesinato del diputado Adolfo C. Gurrión
Después del ascenso al poder de Victoriano Huerta, el crimen político ensombreció a México. No hay un cálculo preciso de cuántos involucrados en la vida pública del país perecieron por haberse atrevido a levantar la voz y denunciar la forma ilegítima en que el antiguo general porfiriano se había hecho con la presidencia de la República, pasando por encima, incluso, de los promotores iniciales del cuartelazo. En aquella cadena de violencia hubo de todo, secuestros, encarcelamientos, fusilamientos. Todas las herramientas de la muerte fueron utilizadas.Bertha Hernández -
Emilio Carranza, el héroe arrebatado por el rayo
Ya se sabe que los locos años veinte estaban impregnados de modernidad: la fiebre por la radio se metía, lenta pero decididamente en la vida hogareña de los mexicanos; se construían estadios y escuelas y se afirmaba que el concreto aseguraría la permanencia de las nuevas obras. Aquellos locos que se empeñaban en surcar los aires a bordo de máquinas voladoras deseaban ir cada vez más alto y más lejos. Era inevitable que, entre tanta pasión y tanto optimismo, la muerte decidiera arrebatar a uno de aquellos elegidos.Bertha Hernández -
Muerte y asaltos rápidos: el sello de la nueva Banda del Automóvil Gris
La violencia delincuencial está repleta de lugares comunes a la hora de tejer su narrativa. Casi dos décadas después de que un grupo de falsos revolucionarios sembraran el pánico en la ciudad de México, desvalijando casas adineradas, un puñado de rateros violentos fueron designados sus sucesores por el solo hecho de moverse utilizando un vehículo color gris.Bertha Hernández -
¿Qué mató a Elvira Quintana?
Acaso sean las tormentas que se llevan en el alma las que más daño causan en la condición humana. Son los miedos más profundos los que detonan esas tormentas; miedos que a nadie se confiesan, hasta que los escapes desesperados y sus consecuencias las hacen visibles. Aunque se trate de una mujer joven, con una vida de fama y triunfos por delante. A la mujer de esta historia la movía algo mucho más oscuro que la vanidad.Bertha Hernández